La muchedumbre es su dominio, como el aire el del pájaro, como el agua el del pez. Su pasión y su profesión es el desposarse en la multitudes. Para el perfecto vagabundo, para el observador apasionado, hay un inmenso goce que consiste en elegir domicilio en el número, en lo ondulante, en el movimiento, en lo fugitivo y en lo infinito. Estar fuera de casa y, no obstante sentirse en casa en cualquier parte(…) Observador, paseante, filósofo. Llamadlo como queráis (…)Es el pintor de circunstancias y de todo cuanto las circunstancias sugieren de eterno.
Podemos También compararlo a un espejo tan inmenso como la propia multitud: a un caleidoscopio dotado de conciencia, que en cada uno de sus movimientos representa la vida múltiple y la movible gracia de todo los elementos de la vida. Es un yo insaciable del no yo, que a cada instante lo manifiesta y lo expresa en imágenes más vivientes que la vida misma, siempre inestable y fugitiva. ( Walter Benjamin)